domingo, diciembre 10

Sin electricidad

Me hablabas, te discutía, me desafiabas. Era infelizmente feliz por esos segunditos. Se corta la luz, puteo. Me quedo sentada, pensando, como si nada.
- Todavía estás ahí?
- Si, ¿Por qué se cortó la luz?
- Dale andá a acostarte hija.
- No, no tengo sueño.
- Bueno, anda con tu abuela que tampoco quiere dormir.
Enojada, muy enojada me siento en el patio. Oscuridad, mi perra Luna, el colado del otro perro y yo. Pienso, me quiero morir, sigo pensando estoy confundida. Me odio. Lloro, viene mi abuela y entro.
Tengo ansiedad, por ende una angustia oral impresionante.
- Tengo hambre.
- Ahi hay fruta en la heladera.
Como, tengo hambre y no quiero, sigo comiendo. Voy a mi pieza y agarro Rayuela. ¡Dios! Voy por el cuarto capitulo leido y no entiendo nada. Leí sin leer. No se de que se trata. No se ni por qué sigo leyendolo. Tengo una necesidad impresionante de escaparme de la realidad. Por eso me refugio en la Net, es mi forma de huir, ahí yo tengo el dominio de la situación. Ahí yo soy quien quiero ser, sin ser yo. ¿Me explico?
Muchos mosquitos, me rasco. Quiero que venga la luz.
Los perros ladran, yo escribo en hojas cuadriculadas y con lápiz, sobre la obra de Cortazar a la luz de una vela.
Rabia y mucha.
Me confundo, ¿Por qué? Otra necesidad mía, tener a alguien y que alguien me tenga. Que me quiera, quererlo y que sólo existamos los dos, y nada más.
Me vuelvo a rascar las picaduras y caígo. Soy yo, Diana la fea, la antisocial, la fuera de moda, la que quiere tener siempre la razón, la que no quiere querer.
- No va a volver la luz, parece. Me voy a acostar yo.
- Yo también.

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