domingo, noviembre 19

Dê javù


Como idiota caigo nuevamente en sus juegos. No se, pareciera que nunca me termino de hartar. Cada día lo quiero más, pero siento un desprecio inmenso, esto hace que se equiparen los sentimientos y quede algo neutro, que es lo que hace que le siga el juego una y otra vez. Al menos es uno de los justificantes que uso. Me va mal en el colegio, no funciona nada en mi casa, no funciona nada en mi, intentando cometer locuras que no llegan a su cometido, es decir a mi cometido. Tengo la ilusión de ser feliz todavía. ¿Se podrá consolidar esa felicidad? En algún momento, tal vez… se que ahora no tengo las fuerzas para imponerla. Y ahora estás dudando sobre la decisión que tomaste, y pedís mi opinión, no se para qué ni por qué razón, nunca me escuchas, ni me lees, ni te importa nada que tenga que ver conmigo. Por qué escribo como si estuviera él en todos lados, es que quizás el no está en ningún lado, yo lo llevo que es distinto.

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